lunes, 17 de marzo de 2008

AUSTRIAS MAYORES - CARLOS I

Carlos I (1516-56) fue un rey extranjero que no hablaba castellano. A su espíritu católico, se le unía su afán europeo de convertirse en auténtico Emperador y fueron varias las políticas emprendidas en este empeño. Por otra parte, sus grandes enemigos y que ponían en peligro su hegemonía en el mundo, fueron los franceses celosos de la fuerza de la Corona española, los protestantes que hacían peligrar la doctrina católica y los turcos, que ya habían llegado a Viena amenazando Europa deseando hacerse dueños del Mediterráneo.

Tuvo que dedicar su atención al Sacro Imperio Romano Germánico, gastándose gran parte del oro de las Indias con este fin. Fue proclamado Emperador, y abandonó España, cuya regencia encomendó a Adriano de Utrecht que más tarde sería el Papa Adriano VI. Durante el gobierno de éste se produjeron las revueltas de los Comuneros de Castilla en contra del pago de impuestos y los consejeros extranjeros del Rey, y la guerra de Germanía en Valencia, ésta de carácter social. En este periodo de su ausencia hubo un gran descontento general contra la política de Carlos I y sus consejeros, a los que los castellanos no querían prefiriendo que fuesen gente de Castilla.

Meditó sobre el lugar centro de su imperio, y optó por España. Con ello se hizo más español, instando a todos a unirse al gran proyecto europeo y sobre todo a centrarse en el gran mercado americano. Para una mayor eficacia en la forma de gobierno implantó los Consejos, en cuya elaboración contó con la eficacia de su administrador Francisco de los Cobos. Aquellos Consejos fueron los precursores de las actuales Administraciones o Ministerios. Fueron españoles los que hicieron la primera vuelta al mundo, lo que da idea de la preponderancia alcanzada durante su reinado.

Para asegurarse como gran potencia, intentó que su hijo fuese sucesor al trono de Alemania, pero esta idea no prosperó. Intentó unir la corona española a la inglesa con la boda de su hijo Felipe con María Tudor, hija de Enrique VIII, pero la pronta muerte de la sucesora al trono y sin descendencia, hizo imposible el gran proyecto que hubiese cambiado la historia del mundo.

Francia que era el estado europeo más poblado, intentó frenar el poderío español con sucesivas guerras entre si; hasta cinco. Con el continuo gasto de éstas, las arcas de los Austrias se vaciaban, creando las condiciones para que el Siglo XVII fuera el de la decadencia y de una pobreza de la que emergió la picaresca. Las luchas contra los turcos y su atención a las revueltas de los Países Bajos, así como mantener su poder en el Milanesado y el saqueo a Roma, fueron sus principales atenciones militares de su política extranjera. Carlos I, que fue el único emperador americano-europeo de la historia, no supo sacar partido de su privilegiada situación, al no conseguir fortalecer la economía española que hubiese hecho perdurar aquel imperio. No obstante su sueño de crear primero un imperio hispanoalemán, y más tarde hispanoingles, se convirtió en la realidad de ser auténticamente español.

Carlos I abdicó en su hijo Felipe II (1556-98) en 1556, retirándose al Monasterio de Yuste, triste y fracasado, donde falleció dos años más tarde. La corona del Emperador pasó a su hermano Fernando I y su hijo Felipe recibió los Países Bajos, el Franco Condado de Borgoña (entre Francia y Suiza), el Milanesado, otros territorios del norte de Italia, Nápoles y Sicilia. Todo ello suponía una barrera protectora de Francia y un freno al protestantismo de Lutero y Calvino, significando también un gran baluarte para defenderse de los turcos. A todas estas posesiones había que sumar las de las Indias. Fue un auténtico imperio español.